La imagen que quedará grabada en la historia de la operación policial más sangrienta jamás realizada es la de las decenas de cuerpos tendidos en el suelo de una plaza cercana a los complejos Alemão y Penha (Río de Janeiro), recogidos del bosque por los propios vecinos. Son cadáveres de hombres muy jóvenes, casi todos negros; uno decapitado, otros con marcas de esposas en las muñecas. Para el gobernador de Río, Cláudio Castro (PL), son criminales, no víctimas. Ni siquiera merecían prisión ni juicio, sino eliminación.
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Una mujer llora mientras descargan cadáveres tras el operativo en Rio de Janeiro. Foto:AFP
Desde esta perspectiva, 121 muertes son prueba de éxito, aunque Brasil no tenga pena de muerte y, al menos oficialmente, las ejecuciones sumarias en operativos policiales no estén autorizadas. La justificación de la masacre es que estamos en guerra, y no hay guerra sin muertes. Gran parte de la población comparte este discurso, razón por la cual Castro ha capitalizado políticamente la operación.
Poco importa que el objetivo principal, Edgar Alves de Andrade, alias Doca, responsable de la expansión del Comando Vermelho, no haya sido capturado, y que estuviera a punto de completar la toma de las zonas oeste y suroeste de Río de Janeiro .
“Debo recalcar que la operación de ayer (martes) fue el mayor golpe que ha sufrido el Comando Vermelho en toda su historia, desde su fundación”, declaró el secretario de la Policía Civil , Felipe Curi.
Aún está por verse si esto es cierto, pero no hace falta esperar para llamar la atención sobre otra imagen: la que muestra a los principales dirigentes del CV en un pasillo de la prisión de Bangu 3, en el momento en que la policía avanzaba en Alemão. En la foto, publicada en exclusiva por 0´Globo, se les ve conversando en el pasillo, observados por los guardias penitenciarios, sin que se observe ningún altercado.
Según la inteligencia policial, fue este grupo quien ordenó los bloqueos y barricadas en represalia por la operación. El martes, el gobierno del estado de Río de Janeiro solicitó el traslado de todos ellos a prisiones federales de máxima seguridad, donde cuatro ya se encuentran recluidos.
Operativos contra bandas criminales en Río de Janeiro el martes. Foto:AFP
Mi Thor pasó casi 15 años en Catanduvas (PR) y regresó en 2021. En 2023, el Tribunal de Ejecución Penal (VEP) ordenó su reingreso al sistema federal, pero la decisión fue suspendida por un juez de segunda instancia. En agosto del año pasado, un operativo de la Policía Federal (PF) dentro de la prisión descubrió que no solo seguía dirigiendo el narcotráfico en Río de Janeiro y São Paulo , sino que también tenía diez teléfonos celulares en su celda. Aun así, Mi Thor permaneció donde estaba, imperturbable.
Otra figura clave es Naldinho, el hombre de confianza de Fernandinho Beira-Mar. En mayo, el periodista Rafael Soares reveló que él fue quien redactó el mensaje que establecía una tregua en la delincuencia durante la cumbre del G20. En el texto, Naldinho explica que “un representante de las autoridades de Río contactó a su hermano, que está en sintonía con ellos, y nos pidió que mantuviéramos una tregua de siete días sin violencia”. Añade:
“Si la comunicación se produjo mediante el diálogo, demostraron respeto hacia nosotros”.
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La Fiscalía y la Policía Federal llevan desde el año pasado intentando trasladarlo a una prisión federal, pero las solicitudes han sido denegadas por el Tribunal de Ejecución Penitenciaria (VEP), que alega que no hay urgencia ni amenaza para el orden público en que permanezca en Bangu.
Por supuesto, aislar únicamente a los cabecillas no resolverá el problema. Río cuenta con 58 presos en el sistema federal, y esto no ha impedido que el CV expanda su dominio.
Según un estudio publicado en 2024 por el Instituto Fogo Cruzado y el Grupo para el Estudio de las Nuevas Ilegalidades (Geni-UFF), desde 2008 la superficie de la región metropolitana de Río dominada por grupos armados se ha duplicado con creces, alcanzando el 18,2 %.
Esto ocurre a pesar de las constantes operaciones que implican enfrentamientos, muertes y arrestos. Quienes viven en estas regiones saben lo que es sufrir extorsión, amenazas, tiroteos y toques de queda. Pero también saben que, pase lo que pase, el soborno semanal a los policías corruptos nunca falla.
Operativo en Río de Janeiro (Brasil) contra el Comando Vermelho. Foto:EFE
Es evidente que enfrentarse a facciones tan poderosas exige mucho más que integridad. Requiere inteligencia, estrategia, preparación, equipamiento, recursos y colaboración entre los distintos niveles de gobierno. Pero mientras los criminales puedan manipular a quienes deberían combatirlos, ninguno de estos frentes avanzará.
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La supervisión externa de la policía, con oficinas de defensoría del pueblo independientes para prevenir irregularidades y garantizar la eficacia de las investigaciones, es una de las propuestas de la Enmienda Constitucional de Seguridad Pública, que enfrenta una fuerte oposición por parte de gobernadores, incluido Cláudio Castro. Argumentan que la enmienda autoriza al gobierno federal a invadir su jurisdicción.
A pesar de esto, Castro y el ministro Ricardo Lewandowski se reunieron el miércoles por la tarde y prometieron cooperación mutua. Simplemente no mencionaron a My Thor, Naldinho y compañía, ni las decisiones judiciales que hacen inútiles tantas operaciones y muertes. No daría una buena imagen.
Malu Gaspar – GDA 0´Globo
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