La selva del Darién, ubicada entre Panamá y Colombia, se ha convertido en una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo.
Según informó ‘BBC News Mundo’, cientos de migrantes han perdido la vida en este territorio mientras intentaban llegar a Estados Unidos.
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Hoy, las autoridades panameñas enfrentan el desafío de identificar a las víctimas recuperadas en la zona.
Muertes en medio del éxodo migrante
Entre 2022 y 2024, casi un millón de personas atravesaron a pie el Darién, una región sin carreteras donde la Panamericana se interrumpe por la densidad de la selva.
De acuerdo con el medio mencionado, los migrantes partían principalmente desde poblaciones colombianas como Necoclí, Turbo, Acandí o Capurganá, con la esperanza de alcanzar comunidades panameñas como Bajo Chiquito, Canaan Membrillo o Chocolatal.
Durante ese trayecto de 10 a 12 días, la falta de agua potable, los riesgos de ahogamiento, las caídas en zonas montañosas, los ataques de fauna salvaje y la violencia fueron factores letales.
Los migrantes partían desde poblaciones colombianas como Necoclí, Turbo, Acandí o Capurganá. Foto:Jaiver Nieto / CEET
Edwin Viales, del Proyecto Migrantes Desaparecidos de la OIM, señaló a la ‘BBC’ que muchos sobrevivientes narraron haber visto cuerpos a lo largo de la ruta.
Un migrante venezolano relató que intentó ayudar a una mujer africana, pero al no poder quedarse con ella en la selva, la mujer murió en soledad.
“Tristemente es una de las dinámicas comunes. Muchos relatos convergen en la pérdida de compañeros de viaje”, explicó Viales.
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El trabajo de recuperación y resguardo
Las autoridades panameñas comenzaron a levantar cuerpos en la medida en que el flujo migratorio se intensificaba. El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IMELCF) tiene bajo custodia los restos de 220 personas que fallecieron entre 2019 y 2025.
Estos restos han sido trasladados a la morgue de Palma, en la capital de la provincia del Darién, y posteriormente depositados en nichos humanitarios creados con apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Alexandre Le Breton, jefe de la misión del CICR en Panamá, explicó que este esfuerzo responde a un derecho fundamental: el de las familias a saber qué ocurrió con sus seres queridos.
Dificultades para identificar a las víctimas
La identificación de los cuerpos enfrenta numerosos obstáculos. Muchos migrantes no portaban documentos, los perdieron en el camino o usaban identidades falsas. Además, las condiciones ambientales de la selva aceleran la descomposición y complican los análisis forenses.
Para superar estas limitaciones, el IMELCF trabaja en coordinación con especialistas internacionales, como el Equipo Argentino de Antropología Forense, con el fin de realizar estudios genéticos y crear una base de datos de ADN que permita vincular los restos con familias en países de origen.
Las caídas en zonas montañosas, los ataques de fauna salvaje y la violencia fueron factores letales. Foto:EFE.
“Nosotros, al hacer análisis forense, siempre pensamos que se trata de un hermano, un hijo, un tío de alguien al que están esperando en su casa”, declaró el doctor José Vicente Pachar, director del IMELCF, a ‘BBC News Mundo’.
El proceso no solo depende del trabajo técnico en Panamá, sino también de la colaboración de las familias en los países de origen. Eneida Vásquez, responsable del programa de Protección de Vínculos Familiares del CICR, indicó que las denuncias deben iniciarse en las autoridades locales y luego canalizarse a la Cruz Roja, que facilita el contacto con las instituciones panameñas.
En algunos casos será necesario recolectar muestras de ADN de familiares para cotejarlas con los registros del IMELCF. Le Breton advirtió al medio que la tarea tomará tiempo, pero insistió en que es un esfuerzo esencial para mitigar la incertidumbre de quienes perdieron contacto con un ser querido en la selva.
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OIM alerta que más de 72.000 migrantes han muerto o desaparecido desde 2014
Si bien el IMELCF resguarda 220 cuerpos, la OIM estima que el número real de muertes en el Darién podría ser hasta cuatro veces mayor. “Es imposible cuantificar todos los restos de migrantes que están enterrados en la selva”, afirmó Viales.
Sumado a esto, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) publicó en abril su informe anual sobre migrantes desaparecidos, en el que reporta que desde 2014 se han documentado más de 72.000 muertes y desapariciones en contextos migratorios.
El organismo adviertió que esta cifra no refleja la magnitud real de la tragedia, debido a que muchas muertes nunca son registradas.
El 16 % de quienes cruzan son menores de edad, incluidos unos 300 niños menores de 10 años. Foto:EFE.
Según datos del Servicio Nacional de Migración de Panamá (SNM), entre enero y marzo de 2025, al menos 2.831 personas en situación irregular atravesaron la frontera colombo-panameña.
Aunque la cifra es menor frente a los 302.203 registros de 2024, las autoridades y la OIM advirtieron que esto no implica una reducción de la crisis, sino un posible desplazamiento e invisibilización de los flujos migratorios.
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Un dato particularmente preocupante es que el 16 % de quienes cruzan son menores de edad, incluidos unos 300 niños menores de 10 años.
La entidad indicó que estos niños enfrentan riesgos extremos como deshidratación, hipotermia, ahogamientos en ríos caudalosos, ataques de animales salvajes y violencia de grupos armados que operan en la zona.
El trabajo de identificación, que combina análisis genéticos, antropológicos y odontológicos, podría tardar meses o incluso años. Sin embargo, autoridades y organismos internacionales coinciden en que se trata de una obligación humanitaria.
“La incertidumbre de no saber dónde terminó un ser querido debe ser una tristeza muy grande. Y si podemos hacer algo para mitigar ese drama humano que ha generado la situación, nosotros estamos dispuestos a hacer lo que podamos”, concluyó Pachar en entrevista con ‘BBC News Mundo’.
*Este contenido fue escrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de conocimiento público divulgado a medios de comunicación. Además, contó con la revisión de la periodista y una editora.
JOS GUERRERO
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
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