La próxima Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión Europea (UE), que se celebrará en Santa Marta desde el domingo, llega en un momento de redefinición global. Se presenta como una ventana de oportunidad, aunque con grandes desafíos por delante.
Con la guerra en Ucrania próxima a cumplir cuatro años, la escalada en Medio Oriente y el regreso en Estados Unidos de una política exterior más punitiva bajo la segunda administración de Donald Trump, América Latina busca afirmarse, apoyada por el bloque europeo, en un tablero mundial cada vez más incierto. Washington observa con cautela cada intento de diversificación de alianzas, bajo una lógica en la que ha demostrado estar dispuesto a castigar a quienes percibe como adversarios y premiar a quienes se alinean con sus intereses estratégicos.
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En este contexto, el acercamiento entre la Celac y la UE representa tanto una oportunidad como una apuesta arriesgada.
El expresidente del Diálogo Interamericano y experto en geopolítica de América Latina, Michael Shifter, destaca que este reencuentro “es bienvenido, particularmente ante la política exterior agresiva y unilateral de la administración Trump”. Según él, el “efecto Trump” ha servido para energizar los alineamientos múltiples, donde el fortalecimiento de los vínculos entre América Latina y Europa se convierte en una pieza clave de equilibrio internacional.
Sin embargo, Shifter advierte que el momento no es el más favorable: “La Cumbre tendrá lugar en un entorno complejo, marcado por una enorme fragmentación regional y con los europeos concentrados en otras prioridades”.
Merz, Macron y Von der Leyen, los líderes europeos que cancelaron su asistencia a la cumbre. Foto:celac
Europa busca socios para reducir su dependencia energética y reforzar su presencia en el sur global, mientras América Latina intenta ganar autonomía frente a las tensiones entre potencias. Sin embargo, el avance de gobiernos conservadores en la región y las divisiones internas sobre cómo equilibrar los vínculos con China, Estados Unidos y Europa podrían limitar el alcance real de los compromisos que surjan de la cita.
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Una muestra de ello es la baja asistencia de presidentes y dignatarios de ambos continentes: solo 12 mandatarios —de 60 invitados— confirmaron su presencia.
Entre las ausencias más notables figuran la de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el canciller alemán, Friedrich Merz, y el presidente francés, Emmanuel Macron.
Santa Marta será sede de la Cumbre CELAC – UE Foto:
“La ausencia de la presidenta Claudia Sheinbaum refleja su prioridad de renegociar los aranceles de México con EE. UU., cuando el 84 % de sus exportaciones tienen ese destino. Mientras tanto, mandatarios como Javier Milei (Argentina), Nayib Bukele (El Salvador) o Daniel Noboa (Ecuador) se alinean abiertamente con Trump. Y otros, como los presidentes de República Dominicana, Panamá, Costa Rica, Bolivia y Perú, prefieren evitar quedar en el blanco de Washington”, explica el analista Daniel Zovatto, director de Radar Latam 360.
Agrega que, aunque el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, confirmó recientemente su participación en la Cumbre, su país “juega en múltiples tableros”: pertenece a los Brics, busca ejercer liderazgo regional y, al mismo tiempo, procura mantener una relación pragmática con Trump tras haber desescalado una tensión bilateral en su encuentro en Malasia.
Luiz Inácio Lula da Silva asistirá a la IV Cumbre de la CELAC Foto:efe
Esta semana, Lula advirtió que “la reunión de la Celac solo tiene sentido si discutimos la presencia de buques de guerra estadounidenses en los mares de América Latina”, avivando un tema coyuntural que no está en la agenda oficial.
La Cumbre, copresidida por el mandatario colombiano Gustavo Petro y el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, contará con la participación del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez; los primeros ministros de Portugal, Finlandia y Países Bajos; y el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, cuyo país integra la troika de la Celac junto con Honduras y Colombia.
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Oportunidades y límites del vínculo birregional
Tras la cumbre de 2023, y a medida que el regreso de Trump se hacía más probable, la UE aceleró su acercamiento a América Latina con acciones como la firma del tratado UE–Mercosur (pendiente de ratificación), la renovación del acuerdo con México y la modernización del de Chile.
Como explica Ernesto Talvi, en un análisis del Real Instituto Elcano, “el ritmo acelerado con el que se están cerrando estos acuerdos no es casualidad, sino una manifestación clara de la decisión política de la UE de fortalecer su asociación estratégica con América Latina en un contexto de reconfiguración geopolítica global”.
La apuesta europea se articula sobre tres pilares:
- Diversificar alianzas frente al proteccionismo de EE. UU., el avance de China y la amenaza expansionista de Rusia.
- Asegurar materias primas críticas (litio, cobre, platino, etc.) para la transición verde con socios confiables.
- Construir cadenas de valor descarbonizadas aprovechando la abundancia latinoamericana de energías renovables.
Así avanza la preparación de la cumbre Celac-UE Foto:
No obstante, como advierte Michael Shifter, “es importante mantener las expectativas bajo control”. A su juicio, los europeos tienen recursos limitados y concentrarán sus esfuerzos “en áreas que impulsen sus economías, como los minerales críticos y la energía limpia”.
El experto agrega que, en materia de crimen organizado transnacional, la UE debería ayudar a fortalecer las capacidades regionales, “pero también hacer más dentro de Europa, que se ha convertido en parte del problema en su dimensión global”.
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Coincide Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano, en que el reto será transformar las promesas de “sociedad birregional” en hechos concretos —en energía, seguridad o transición verde— sin caer en una nueva lógica de bloques: “Los fuertes lazos de México, Centroamérica y el Caribe con EE. UU. y de Sudamérica con China no se modificarán a corto plazo”.
Por su parte, el académico Rogelio Núñez Castellano señala que la UE enfrenta también sus propias divisiones internas: “No todos los países miembro están dispuestos a potenciar el acercamiento con América Latina. Además, China ofrece condiciones más flexibles, decisiones rápidas y mayor músculo financiero”.
Una de las metas es diversificar alianzas frente al proteccionismo de EE. UU. Foto:Archivo EL TIEMPO / Agencias AFP y EFE
“Si la UE quiere proyectar su influencia en la región y reforzar su alianza, debe abordar los problemas estructurales, no solo mediante la Global Gateway, sino ratificando el Acuerdo UE–Mercosur y avanzando en temas como la crisis migratoria y la seguridad, que deterioran la institucionalidad democrática latinoamericana”, concluye el experto.
Hacia una nueva narrativa birregional
Para Shifter, la Cumbre de Santa Marta debería marcar un cambio de enfoque: “La diplomacia tradicional necesita modernizarse y renovarse. Es crucial involucrar más activamente a la juventud y los movimientos sociales, y darles una voz real en la definición de políticas y prioridades”.
Mauricio Jaramillo Jassir en la negociación de la declaración de la cumbre Celac-UE en Santa Marta. Foto:Cancillería
El exdirector del Diálogo Interamericano considera que un mayor énfasis en las transformaciones digitales que están ocurriendo en ambos continentes podría despertar el interés y compromiso de sectores críticos para el futuro de la relación.
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En ese sentido, el éxito de esta Cumbre dependerá no solo de los acuerdos firmados, sino de su capacidad para construir una narrativa compartida, más participativa y menos burocrática, capaz de enfrentar los desafíos comunes: el cambio climático, el crimen transnacional, la desigualdad y la transición tecnológica.
(*) Este artículo contó con la reportería de Juliana Castellanos desde Bogotá
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