Brasil hizo historia esta semana al romper con una tradición de impunidad hacia expresidentes que atentaron contra la democracia en los 135 años de la República. El Tribunal Supremo condenó el jueves al líder de extrema derecha Jair Bolsonaro a 27 años y tres meses de prisión por cinco delitos, entre ellos el intento de golpe de Estado de 2023.
Otros siete implicados en la trama, entre civiles y militares, recibirán penas entre dos y 26 años, según su grado de participación.
“Es un hito judicial de alcance histórico en defensa de la democracia y sus instituciones”, comenta a este diario Daniel Zovatto, director y editor de Radar Latam 360. “Al mismo tiempo, envía una señal de que en Brasil “nadie está por encima de la Constitución”, agrega.
Cármen Lúcia, la jueza con más años de experiencia del Tribunal Supremo y cuyo voto aseguró la mayoría (cuatro contra uno), añadió en su argumento que la sentencia representa “un encuentro de Brasil con su pasado, presente y futuro”.
Simpatizantes del expresidente de Brasil Jair Bolsonaro. Foto:AFP
Y es que Brasil aún tiene dificultades para concretar una justicia de transición luego de los periodos autoritarios, especialmente tras la última dictadura militar (1964-1985), donde fue aprobada una Ley de Amnistía que permitió liberar a presos políticos y facilitar el retorno de exiliados, pero también impidió juzgar a militares y agentes del Estado responsables de torturas, asesinatos y desapariciones.
Es un hito judicial de alcance histórico en defensa de la democracia y sus instituciones
Para Thiago Rodrigues, politólogo de la Universidad Federal Fluminense, la decisión del Supremo “es una oportunidad de revisión sobre esta tradición no democrática que está enmarcada en la historia de las Fuerzas Armadas y que,por primera vez, fue responsabilizada”.
Ana Tereza Duarte, politóloga de la Universidad Federal de Pernambuco, también resalta que “es una muestra de que las instituciones en Brasil existen y están sólidas más allá del gobierno de turno o más allá de que sea un juicio contra Bolsonaro y si les cae bien o no”, explica a EL TIEMPO.
Las pruebas del caso contra Bolsonaro
La acusación se sostuvo en un cúmulo de pruebas: mensajes, borradores de decretos, reuniones, la confesión de su ex ayudante Mauro Cid y de un informe policial de 884 páginas.
Según la Fiscalía General, la conspiración comenzó en 2021 con una campaña de descrédito al sistema electoral; se intensificó tras la derrota de Bolsonaro frente a Luiz Inácio Lula da Silva en 2022 y culminó en los ataques del 8 y 9 de enero de 2023 contra el Congreso, la Corte y la Presidencia.
De acuerdo con la entidad, esto último fue el corolario de una trama golpista que ha llevado a las condenas y que, según la acusación, fue “liderada” y dirigida personalmente por Bolsonaro con el objetivo de “perpetuarse en el poder” e instalar “una dictadura” en Brasil.
La defensa de los acusados presentó una postura combativa desde el inicio. Sus buscar abogadosson restar validez al testimonio de Mauro Cid, teniente coronel y ayudante de campo del presidente de Brasil, quien ofreció información relevante a cambio de beneficios penales.
Una de sus declaraciones más comprometedoras fue que Bolsonaro efectivamente recibió, leyó y sugirió cambios en el borrador del decreto usado como supuesto fundamento legal del golpe.
Carmen Lucía, en el juicio contra Bolsonaro Foto:AFP
Y mientras que Bolsonaro aún no irá a prisión -por sus problemas de salud y edad avanzada (70 años) podrá solicitar cumplir prisión domiciliaria- su defensa ya anunció que apelará la decisión de los jueces en los próximos días, “incluso en el ámbito internacional”.
Expertos explican que al expresidente solo le queda la posibilidad de presentar los llamados “recursos de aclaración”, que tienen como objetivo especificar algunas cuestiones del texto final de la sentencia, lo que podría derivar en una reducción de la pena o en un aplazamiento del cumplimiento de la misma.
Riesgos de radicalización y presión económica en Brasil
La decisión judicial llega en un Brasil profundamente polarizado. “Mantengo la fe porque Dios es justo y creo que las cosas aún pueden cambiar”, dice Rita dos Passos, de 59 años, una de las seguidoras de Bolsonaro en Brasilia. Por su parte, Sofía Araujo, estudiante de 20 años, prefirió celebrar “porque se ha hecho justicia”.
Encuestas recientes muestran que el 52 % de la población cree que Bolsonaro participó en la conspiración, frente a un 36 % que lo absuelve. El 39 % rechaza su detención domiciliaria, porcentaje que se eleva al 87 % entre sus simpatizantes.
Para Zovatto, la sentencia podría incluso convertirlo en “mártir” y en ese clima de “victimización”, la polarización podría intensificarse de cara a las elecciones presidenciales de 2026.
De otro lado, Rodrigues ve oportunidades al considerar que la derecha no va a estar tan unida y “la fragmentación de ese sector puede posibilitar más diálogo entre las fuerzas políticas”.
Y si bien aún no hay un candidato favorito, según un sondeo reciente del instituto Datafolha, el gobierno de Lula mejoró recientemente su imagen, con una aprobación que subió de 29 % de 33 %, a pesar de un rechazo aún elevado (38 %).
El izquierdista, de 79 años, se presenta ahora como defensor de la “soberanía” nacional, frente a la guerra comercial lanzada por Donald Trump contra Brasil en represalia por el juicio contra su aliado.
Por otro lado, un informe divulgado el jueves por el Ministerio de Finanzas de Brasil señala que el crecimiento de la economía podría verse afectado, en especial, tras el arancel del 50 % sobre la mayoría de los productos brasileños exportados a Estados Unidos que impuso semanas atrás el presidente de EE. UU., Donald Trump, como forma de presión sobre el gobierno de Lula por el juicio y que fue considerada una injerencia política.
Tras la condena, el secretario de Estado Marco Rubio advirtió que su país responderá de nuevo a la condena.
“En los próximos meses, los aranceles impuestos por Estados Unidos a las exportaciones brasileñas pueden afectar el desempeño de la industria, las inversiones y el sector externo, contribuyendo al enfriamiento de la actividad”, señala la última edición del Boletín Macrofiscal.
El Gobierno había proyectado un crecimiento en 2025 desde el 2,5 por ciento, que esperaba en julio, pero lo rebajó hasta el 2,3 % en este informe.
Entre tanto, los expertos consultados coinciden en que la condena a Bolsonaro marca un antes y un después en la política brasileña “en la dirección correcta”.
“Y ese avance no solo tiene un enorme valor para Brasil, sino también para todas las democracias de América Latina”, sentencia Zovatto.
JULIANA CASTELLANOS GUEVARA
Redacción Internacional
EL TIEMPO