“Dios, la familia y la patria son la base de todo nuestro compromiso”, declaró el domingo en la noche, en un hotel del centro de La Paz, el presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira, como para dejar claro el peso que les otorga a esos valores, por lo general asociados con las ideas de derecha. “La ideología no da de comer”, agregó antes de sentenciar el final de 20 años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), comandado por el expresidente Evo Morales.
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Tras defender en campaña su propuesta de “capitalismo para todos” en oposición al socialismo indigenista de Morales (y del sucesor y acérrimo enemigo de este, el presidente saliente Luis Arce), Paz Pereira se ubicó en el centro-derecha del espectro político. Luce bastante alejado de la izquierda de su tío-abuelo, el expresidente Víctor Paz Estenssoro, que gobernó tres veces a Bolivia (1952-1956, 1960-1964 y 1985-1989), y de su padre, Jaime Paz Zamora, presidente entre 1989 y 1993.
En la segunda vuelta de este 19 de octubre competía con un líder marcadamente de derecha, el expresidente Jorge Quiroga, y eso le permitió a Paz sobreponerse a los vaticinios de las encuestas que le daban la victoria a Quiroga, al lograr atraer a los electores afines al expresidente Morales (en torno al 16 por ciento), quien no pudo aspirar por una decisión judicial en su contra.
El senador Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano. Foto:AFP
Con esos votos evistas, que lo preferían frente a la opción más derechista de Quiroga, Paz saltó del 38 por ciento que le daban los sondeos una semana antes de la votación al 54,5 por ciento que obtuvo este domingo en las urnas. Se cumplió así la regla según la cual, en segunda vuelta, el candidato ubicado más al centro suele ganar, pues recibe el apoyo del sector (izquierda o derecha) que haya quedado sin candidato.
Solo el tiempo dirá qué tan al centro o qué tan a la derecha gobierna Paz, de 58 años, graduado en Economía y Relaciones Internacionales, con una maestría en Gestión Pública de American University, casado y padre de cuatro hijos, y quien se presentó como candidato de la Democracia Cristiana.
Tras la victoria en abril del reelecto mandatario ecuatoriano Daniel Noboa, que acentuó el giro a la derecha en Suramérica, iniciado meses atrás con los triunfos de Santiago Peña en Paraguay y de Javier Milei en Argentina, la elección de Paz Pereira parece confirmar la tendencia. Pero antes de sentenciar el actual pulso entre derecha e izquierda, faltan este año dos citas cruciales, una en Argentina y otra en Chile.
Este domingo 26, los argentinos están convocados a las elecciones legislativas de mitad del mandato de Milei, donde serán renovados 127 de los 257 sillones de la Cámara de Diputados, y un tercio del Senado. Y el 16 de noviembre, los chilenos acudirán a las urnas para la primera vuelta presidencial, y para elegir senadores y diputados. El mandatario saliente, Gabriel Boric, fue una de las figuras protagónicas del giro suramericano a la izquierda, la famosa ola rosa de inicios de la década, pero parece difícil que vaya a imponer un sucesor afín a sus ideas.
Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano. Foto:AFP
En el filo de la navaja
El presidente Milei ha sufrido duras derrotas parlamentarias desde su llegada a la Casa Rosada, hace 22 meses. No es para menos: en la Cámara de Diputados, su partido La Libertad Avanza (LLA) ocupa apenas 44 de las 257 curules, que se suman a 43 de sus aliados, como el PRO del expresidente Mauricio Macri, para un total de 87 gobiernistas que, para colmo de males de Milei, no siempre votan de manera disciplinada. La oposición cuenta con 170 diputados, de los cuales 103 pertenecen al kirchnerismo y a sus aliados de izquierda.
En el Senado, a LLA no le va mejor. De las 72 sillas, el partido de Milei apenas suma 7, a las que se unen 14 de sus aliados. El kirchnerismo, en cambio, cuenta con una sólida bancada de 34 miembros. Entre tanto, hay 18 senadores de la Unión Cívica Radical y de otros grupos distantes de Milei que en algunas ocasiones han votado con el Gobierno, razón por la cual la prensa los llama “dialoguistas”.
Como la renovación que saldrá es parcial, aun si LLA obtuviese una amplia victoria, difícilmente conseguiría las mayorías parlamentarias. “A lo que puede aspirar el presidente, a más de aumentar sus limitadas bancadas actuales en unas cuantas curules, es a que el efecto político de sacar este domingo más votos que los kirchneristas convenza a la oposición más dialoguista de apoyarlo”, le dijo el viernes a EL TIEMPO un diplomático argentino de paso por París.
El gobierno de Javier Milei enfrenta un escándalo de corrupción que salpica a su hermana, Karina. Foto:Agencias AFP y EFE y Archivo EL TIEMPO
Pero ¿qué dicen las encuestas? Un promedio de los sondeos más serios y creíbles, desarrollado por la edición latinoamericana del diario El País de España y publicado el viernes, indica que LLA de Milei obtendría 36,7 por ciento de los votos contra 34,8 por ciento de Fuerza Patria, el partido de los kirchneristas. Pero la tendencia no es buena para el partido de Milei: en julio, LLA le ganaba a Fuerza Patria por 40 por ciento a 30 por ciento, y desde entonces la distancia se ha venido recortando.
Aunque es probable que LLA sea el partido más votado, apenas le alcanzaría para aumentar unos 10 senadores y unos 20 o 25 diputados; eventualmente ese aumento iría en detrimento de sus aliados y no del kirchnerismo, que, todo indica, mantendría sus actuales bancadas que son las más grandes en ambas cámaras. “Parte del problema –agregó la fuente diplomática– es que el presidente ha perdido respaldo en la opinión, y eso va a terminar afectando a LLA”. En efecto, en enero el mandatario contaba con una imagen positiva de 53,2 por ciento, contra 40,9 por ciento ahora.
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No obstante los progresos logrados por el equipo económico de Milei, al frenar la inflación, que cayó de 211,4 por ciento en todo el año 2023 a 31,8 por ciento entre septiembre de 2024 y septiembre de 2025, y reducir de manera significativa el déficit fiscal, la incertidumbre que han despertado algunos escándalos de corrupción en el círculo cercano al mandatario, así como la enorme dificultad del presidente para construir unas mayorías parlamentarias, lleva a que la recuperación económica argentina camine ahora por el filo de la navaja.
Y eso a pesar del apoyo financiero de Donald Trump, que anunció en semanas recientes US$ 20.000 millones en préstamos a Argentina para evitar una devaluación masiva, y otro tanto en inversiones estadounidenses en el país. No obstante sus buenas intenciones hacia su “amigo Milei”, como él mismo lo llama, Trump contribuyó, la semana pasada, al nerviosismo de los mercados. Tras un encuentro personal con su colega argentino en la Casa Blanca, dio a entender que ese apoyo financiero cesaría si la oposición ganaba las elecciones de este domingo, opción que no está descartada.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, desde la sede de la minera Codelco. Foto:AFP
Chile: más claro
Si alguien desprevenido mira las encuestas que en Chile miden la intención de voto para la primera vuelta presidencial, el 16 de noviembre, puede pensar que la izquierda va a salir airosa. Jeannette Jara, la candidata de origen comunista que la misma alianza de izquierda que respalda al presidente Boric eligió en sus primarias a fines de junio, está a la cabeza con una intención de voto que, según la prestigiosa firma Cadem, ronda el 26 por ciento.
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Le sigue el derechista José Antonio Kast, el mismo que perdió en 2021 las elecciones con Boric, con 22 por ciento, y luego vienen la exministra centro-derechista Evelyn Matthei, con 14 por ciento, el candidato de la extrema derecha, Johannes Kaiser, con 12 por ciento, y el populista de centro-derecha Franco Parisi, con 11 por ciento.
Jeannette Jara Foto:EFE
Si las normas no previesen una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados en la primera, en caso de no conseguir uno de ellos el 50 por ciento, Jara tendría grandes posibilidades de suceder a su amigo Boric.
Pero al haber segunda vuelta, las opciones de la líder comunista se reducen a mínimos. Casi toda la izquierda la respalda, pero con ello no alcanza 30 por ciento de intención de voto. Mientras tanto, la franja entre centro-derecha y derecha, dividida por ahora en cuatro candidatos, suma una intención de voto de casi 60 por ciento.
Tanto si a segunda vuelta pasa Kast como si lo hace Matthei, como si califican Kaiser o incluso Parisi, las encuestas apuntan a la derrota de Jara. Como explicaba el informe de este lunes de la encuestadora Cadem, “Jara perdería frente a Kast por 16 puntos (33 por ciento vs. 49 por ciento), frente a Matthei por 18 (30 por ciento vs. 48 por ciento), frente a Parisi por 7 (33 por ciento vs. 40 por ciento) y frente a Kaiser por 5 (35 por ciento vs. 40 por ciento)”. La tendencia de Jara no le es favorable: en la encuesta Cadem del 1.º de agosto tenía 31 por ciento de intención de voto, y en la medición divulgada este lunes apareció 5 puntos abajo.
Seguidores de la candidata comunista, Jeannette Jara. Foto:EFE
La militante del Partido Comunista aparece demasiado a la izquierda, y eso le impide captar muchos votos entre los centristas, sin los cuales es muy difícil ganar la segunda vuelta. Y aunque falta todavía casi un mes de campaña para la primera vuelta, y siete semanas para la segunda, el 14 de diciembre, la verdad es que, por lo pronto, Jara va camino a la derrota.
La elección del nuevo presidente chileno cierra el año electoral 2025 en Suramérica. Pero sus efectos no se limitarán al país austral. Prueba de cómo los procesos electorales de la región se interrelacionan cada vez más es que la victoria de Boric, en diciembre de 2021, fue considerada un anticipo de la de Gustavo Petro, en Colombia, en junio de 2022.
Si Milei logra resistir en las parlamentarias de este domingo, y la derecha gana la presidencia chilena en diciembre, eso podría influir en dos votaciones cruciales en 2026: en Perú, cuyos votantes definirán el 12 de abril la primera vuelta presidencial; y, de nuevo, en Colombia, donde la primera vuelta será el último domingo de mayo, y la segunda, el tercero de junio. Razones de sobra para seguir con atención, tanto en Argentina como en Chile, el cierre electoral de 2025.
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